"La literatura romántica postula la proximidad y aún la identidad entre el artista y su obra. De este modo, los poemas, las novelas y los cuentos son también el escritor, o al menos un mapa secreto de su alma.
"Es inevitable simpatizar con esta idea, que parece establecer el requisito de sinceridad en cuestiones estéticas. Y es verdad que muchos artistas dejan, como un pelo en el peine, como una silla caliente, señales de su presencia viva.
"Sin embargo estos rastros no son siempre voluntarios. Más aún: es preferible que no lo sean. Las confidencias desmesuradas son chocantes tanto en el arte como en las confiterías.
"En este mismo punto hacemos flamear la primera cuestión de esta monografía: si el hecho artístico es personal e intransferible, cómo explicar la existencia de obras en colaboración?
"Borges afirma que se trata de un prodigio inverso al de Jeckyll y Mr. Hyde: dos se convierten en uno. El resultado artístico expresa una tercera entidad.
"No sin pudor, me atreveré a agregar un dato demasiado modesto: el arte no es solamente expresión sino también creación. A veces -por fortuna- el escritor inventa. Y aunque sus invenciones también sean mapas secretos, puede ocurrir que el artista no se revele o incluso que se oculte. Quevedo, Lope o Cervantes no se manifiestan en sus criaturas. Y si Flaubert decía ser Madame Bovary, es casi seguro que Carroll no era Alicia y Salgari no era Sandokán.
"El lector saciado de teorías vulgares ya irá sospechando ésta: la literatura en colaboración solo es posible en distritos tales como la novela de aventuras o el relato humorístico. La novela psicológica o la poesía amorosa no podrían tolerarla.
"(...) Yo que he tenido la ocasión de ser admitido como asistente por algunos artistas, me permitiré unas modestas recomendaciones.
"La primera es elegir a un par. No es honesto aprovechar el talento o el prestigio de alguien mejor que uno. Y también es penoso detenerse cada tres pasos para esperar a un insolvente.
"La segunda es también la última: es conveniente, antes de escribir con alguien, practicar la amistad, compartir aventuras y desventuras durante algunos años, cultivar el afecto y la compasión, generar el respeto y la comprensión tolerante. Después, recién entonces, uno podrá decir que está listo para empezar la obra.
"Pero la obra ya estará terminada."